El pensamiento corporal. De la inteligencia emocional a la inteligencia sensorial
Extracto del libro "El pensamiento corporal. De la inteligencia emocional a la inteligencia sensorial", de Susana Kesselman.
1)
Construimos
corazas corporales como fortalezas desde donde miramos la vida. Nuestros ojos
ven lo que nuestras crispaciones les permiten. Vemos el engaño, la traición, la
derrota desde una estructura de carácter -como diría Reich- o desde una postura
corporal que lleva en sus tensiones la incapacidad de ser libres, de elegir la
postura más saludable y los caminos para la liberación de la coraza.
2)
Las
corazas son conductas defensivas que nos protegen de sentimientos, de
sensaciones que nos ponen en peligro, porque nos conectan con nuestras
debilidades -provenientes tal vez de otros momentos de la vida- y que se
actualizan en verdaderas armaduras.
3) Hemos aprendido a
construir defensas para inhibir nuestras sensaciones y sentimientos; aún más,
hemos aprendido a no sentir sensaciones y sentimientos, y a construir
corazas seguras, no sólo para resguardarnos sino para ir dejando poco a poco de
sentir.
4)
Las
corazas son palabra, movimiento, imagen, recuerdo, pensamiento agazapado en
algún lugar del cuerpo.
5)
El
cuerpo acorazado ha perdido raíz, grounding, se ha ido separando de su
realidad, ha perdido contacto consigo mismo, se ido insensibilizando a sus sensaciones,
tiene una pobre percepción de lo que pasa, poca receptividad para
autoobservarse.
6)
Un
enraizamiento pobre lleva a la búsqueda corporal de los soportes. Cuerpos que
se sostienen desde los hombros, desde la cabeza y desde otros lugares corporales.
7) El cuerpo acorazado
empobrece su respiración, la superficializa, y al empobrecer la respiración
disminuye sus sensaciones en el interior del bajo vientre, en la pelvis.
La
terapéutica inspirada en estas ideas buscará:
a. Enraizar, o sea
permitir la liberación, la descarga, la transformación de la energía. La carga
energética se produce a través de la parte superior del cuerpo: el alimento, la
respiración; la descarga es función de la parte inferior del cuerpo a través
del aparato sexual -en el sentido amplio, no sólo genital-, y esta es la
dirección de la cura;
b. Profundización de la
respiración con la idea de liberar las tensiones musculares crónicas a lo largo
de la espalda, en la mandíbula, en la pelvis, en el vientre, en las piernas.
c. Ejercicios que
llevan al cuerpo a un estrés que genera un movimiento espontáneo: temblores,
vibraciones y otras manifestaciones corporales (náuseas, mareos,
desequilibrios), mediante las cuales se busca devolver al cuerpo una onda de
movimiento que lo vincule con las sensaciones y los sentimientos.
Con
esto se inicia un proceso en el que la catarsis o descarga es un paso (sólo un
paso), desde donde se comenzará el trabajo de asentamiento que se despierta.
Una
lectura corporal desde la eutonía o la teoría del inútil combate
1) Las tensiones
corporales llevan a irregularidades, fijaciones o desequilibrios en los tonos.
Tono es la actividad de un músculo aunque esté en reposo. La enfermedad es la
fijación en un tono bajo, alto o medio.
2) Las tensiones no
permiten que un movimiento se desplace por los cauces naturales: pie, tibia,
fémur,, pelvis, columna. Malos apoyos de los pies cambian las direcciones de
los huesos y obligan a los músculos a trabajos adicionales, a la hipertonía o a
la hipotonía.
3)
La
regulación de tonos está dificultada por la falta de sensibilidad del cuerpo.
4)
La
conciencia corporal predispone al contacto con las tensiones, o sea con los
hábitos de movimientos y de vida que las promueven, con la incoherencia entre
el esfuerzo y la acción, y sus efectos en un movimiento poco económico.
La
terapéutica desde la eutonía va persiguiendo pacientemente el "buen
tono". Mientras los ejercicios bioenergéticos llevan al cuerpo a una
situación "más allá" de sus limites, "más allá" de la
voluntad -situaciones en las que la persona es sometida a un trabajo a veces
violento para despertar el movimiento espontáneo-, la eutonía no tiene
violencia aparente. La eutonía es como la abuelita, pero una abuelita que lleva
el lobo feroz en su interior. Al vincular a la persona con hábitos inservibles,
con incongruencias, con insensibilidades evidentes, con dificultades para
permaneces pasivos o para mover con una fuerza acorde con la exigencia,
violenta de otro modo. Violenta desde la incomodidad, desde la duda, desde la imposibilidad
de continuar con el movimiento acostumbrado, desde la inquietud de saber que
está dentro de un instrumento para el cambio, desde el enfrentamiento con el
vacío, con el silencio.
La
terapia eutónica es un desafío a la capacidad de revertir los hábitos
corporales a través de:
a.
La autoobservación.
Mediante la técnica de inventario, el eutonista invita a recorrer
minuciosamente cada parte del cuerpo.
b.
La incidencia sobre el tono. A través del movimiento sin esfuerzo,
natural, de estimulación de la piel, de la conciencia de los huesos y sus
volúmenes, del trabajo con las articulaciones, del ir sensibilizándose a las
sensaciones, la persona flexibiliza el tono del cuerpo.
c.
La liberación de la tensión. Por regulación del tono que producen
la intención del movimiento, los microestiramientos, la conciencia del
transporte y otros principios, se crea en el cuerpo la disposición a la
liberación de la tensión- De esta manera, incide sobre la respiración, sin
plantearse ejercicios respiratorios como la bioenergética, y sobre la
desestructuración de las corazas a partir de la reordenación de las direcciones
de los huesos.
d.
La búsqueda del equilibrio tónico. Con la flexibilidad de tono, la
persona encuentra una salida a las fijaciones tónicas que llevan a la
insensibilidad y dificultan la autoobservación. El concepto de flexibilidad de
tono enriquece la idea de relajación. La relajación está asociada al descanso,
la quietud, el tono bajo, estado necesario para la apertura de la sensibilidad,
para el contacto silencioso con uno mismo; en cualquiera de los tonos. El
cuerpo relajado en un tono más alto es útil para la vida cotidiana, que nos
requiere acciones variadas. Es relativamente fácil permanecer relajados en el
suelo; pero al ponernos de pie, hacer algún deporte, empujar objetos que
requieren esfuerzo, la liberación de la tensión es un gran desafío.
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